LA VUELTA AL COLE
Se acaba un verano diferente, en el que la distancia social impuesta, las mascarillas y las limitaciones de aforo han hecho que el verano sea menos verano y las vacaciones menos vacaciones. Seguro que, por momentos, hemos conseguido evadirnos de la constante tensión por cumplir las medidas sanitarias impuestas y hemos llegado a disfrutar de algunos momentos de ocio con amigos o familia, encontrando la relajación que buscamos en este tiempo de asueto. Pero, por norma general, es muy probable que el virus haya estado presente en el día a día de todos nosotros, condicionando nuestro comportamiento y cambiando nuestros hábitos. Así ha sido el verano que nos ha tocado vivir este año.
De cualquier manera, llega la vuelta al cole y con ella la vuelta a la rutina laboral de trabajadores y empresas. Se presenta un escenario de tremenda incertidumbre con respecto al funcionamiento del sistema educativo y la forma de compaginar la labor docente con las medidas sanitarias que contengan los rebrotes. Esta es una de las piedras angulares de la nuestra vida en sociedad. Si bien es muy importante la educación de nuestros niños y jóvenes, ya que de ellos depende nuestro futuro, también lo es que durante la estancia de los niños en el cole los padres puedan desarrollar su actividad profesional. Todo está interconectado y, en el caso de que una de las partes falle, fallará todo el sistema. Si los colegios tuvieran que cerrar a causa de la imposibilidad de garantizar la seguridad sanitaria de los niños, al igual que ocurre con las fichas de dominó, todas las partes de sistema irán cayendo una detrás de otra. Los padres tendrán que dejar de trabajar para atender a sus hijos, las empresas verán disminuida su capacidad operativa, se reducirá el tejido productivo y la eficiencia de las empresas, se reducirán las cotizaciones a la Seguridad Social y la recaudación de impuestos con los que el Estado afronta, entre otros, los gastos de salarios a profesores para que puedan seguir realizando su labor docente, y así nos veremos envueltos en un circulo vicioso de destrucción creciente en el que acabaremos, en menos tiempo del que pensamos, con la sociedad del bienestar que tanto ha costado construir.
La vuelta al cole siempre ha sido sinónimo de sentimientos encontrados. Por un lado, tristeza por despedir a los amigos del pueblo, los días de playa, el buen clima, las tardes de terrazas y las noches que se alargan sin prisa por madrugar al día siguiente. Y, por otro lado, la alegría de reencontrarnos con los amigos del cole, del trabajo, la vuelta a casa y retomar esa rutina que, por momentos, añoramos. Pero este año la vuelta al cole tiene otra connotación: ponernos a prueba. Retarnos a nosotros mismos para saber si somos lo suficientemente diligentes como para adoptar las medidas preventivas que garanticen el funcionamiento de las instituciones, tal y como las conocíamos hasta ahora. Ver si somos capaces de extremar las precauciones para no detonar la caída de la primera ficha del dominó. Por eso es tan importante esta vuelta al cole. En el éxito o el fracaso de este cometido, estará en buena parte el éxito o el fracaso de nuestra sociedad en los meses venideros, que ya de por sí se presumen difíciles debido la crisis económica latente que ha acabado con miles de empresas y que tiene en jaque a otras tantas a la espera de lo que suceda en este inicio de curso.
Nos enfrentamos a un mundo nuevo, un mundo de barreras físicas, pero de apertura digital, de limitación de reuniones sociales, pero de herramientas de conectividad, de dificultades para reunirse en salas, pero de facilidades para tener videoconferencias. Creo que podemos nutrirnos con lo mejor de los ambos mundos y aunar esto con las medidas de prevención que necesitamos para convivir con el virus que nos acecha. Ahí tenemos la llave para continuar con la sociedad que conocemos implementada con herramientas que mejoran algunos aspectos de nuestra vida y que minimizan la exposición a los contagios. Juntos lo conseguiremos.
David Gómez Rosa (VIVEIRO ASESORES)